365 Tao #153, 1 de Diciembre: Culpar
Culpar
Aunque los otros tengan defectos,
Concéntrate en los tuyos propios.
Algunas personas tienen el hábito de culpar a otros. Tal vez todos tengamos esta debilidad. La lista de chivos expiatorios para nuestras miserias es ingeniosa e interminable. Los padres, la comunidad, los maestros, el gobierno e incluso demonios y dioses son todos invocados cuando tenemos problemas. Si las dificultades verdaderamente vienen de fuera, el problema no es culpar. En esos casos, el curso de acción es muy claro: Neutralizar esa influencia. Si el problema viene de dentro, la solución también tiene que venir de adentro. Antes de que culpes a los amigos, parientes, o maestros por malos hábitos y poca visión, deberías recordar que no hay nadie a quien culpar más que a ti mismo.
Es igualmente un error el perder autoestima simplemente porque tienes algunas deficiencias. Ver tus defectos y tomar medidas para eliminarlos debería ser visto como un proyecto desapasionado. No eres despreciable porque asumes el levantarte por sobre tus defectos. Esa descripción es sólo para quienes nunca intentan perfeccionarse a sí mismos. Todos tenemos un núcleo perfecto, un especial uno mismo adentro. Esa pureza es perfecta y sagrada; por lo tanto, nadie es peor que otro.
Todos estamos en este planeta simplemente para volver a alcanzar ese puro uno mismo. Cuando alcanzamos ese espíritu, no hay defectos y no hay culpa.
Aunque los otros tengan defectos,
Concéntrate en los tuyos propios.
Algunas personas tienen el hábito de culpar a otros. Tal vez todos tengamos esta debilidad. La lista de chivos expiatorios para nuestras miserias es ingeniosa e interminable. Los padres, la comunidad, los maestros, el gobierno e incluso demonios y dioses son todos invocados cuando tenemos problemas. Si las dificultades verdaderamente vienen de fuera, el problema no es culpar. En esos casos, el curso de acción es muy claro: Neutralizar esa influencia. Si el problema viene de dentro, la solución también tiene que venir de adentro. Antes de que culpes a los amigos, parientes, o maestros por malos hábitos y poca visión, deberías recordar que no hay nadie a quien culpar más que a ti mismo.
Es igualmente un error el perder autoestima simplemente porque tienes algunas deficiencias. Ver tus defectos y tomar medidas para eliminarlos debería ser visto como un proyecto desapasionado. No eres despreciable porque asumes el levantarte por sobre tus defectos. Esa descripción es sólo para quienes nunca intentan perfeccionarse a sí mismos. Todos tenemos un núcleo perfecto, un especial uno mismo adentro. Esa pureza es perfecta y sagrada; por lo tanto, nadie es peor que otro.
Todos estamos en este planeta simplemente para volver a alcanzar ese puro uno mismo. Cuando alcanzamos ese espíritu, no hay defectos y no hay culpa.
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